La Educación Sexual Integral es un tema que nos atraviesa como sociedad. En el ámbito educativo muchas veces aparece como idea naif, en los medios de comunicación todavía está ligada a la discusión entre sectores conservadores y progresistas; y en la trama social (trabajos, hospitales, espacios culturales, negocios, calle) no se le da el lugar que su transversalidad exige.
La importancia de volver una y otra vez, hasta el hartazgo, sobre este tema, que engloba muchos más, se hace eminente. Los vínculos sociales lo piden a gritos y los femicidios lo exhiben constantemente.
Hablar de ESI es hablar de une mismo y de le otre, es hablar de comunidad y de tejido social. Es explorarnos como personas, es sentir y es incluir. El deseo y el respeto son la base, la parte teórica y práctica con la que atenta la formación cultural que atravesamos diariamente.
Hablar de sexualidad integral, también es hablar de sangre, de la sangre derramada a lo largo de la historia, de la opresión de los cuerpos y las mentes (Las venas abiertas de América Latina – Eduardo Galeano). También es hablar de un contrasentido: la sangre como vida, como ciclo.
La ESI es hablar de política, de lo político: tomar la decisión de utilizar esta herramienta para la transformación cultural.
Es por ello, que en este ensayo todo está ligado a la sangre, a la muerte y a la vida. Discute el pasado, pero sin negarlo, adosándolo al presente y modificándolo.